La ciudad Romana
Jerash, una de las ciudades provincianas de origen romano mejores conservadas del mundo, se encuentra a unos 45 km al norte de Ammán, en un valle fértil con arroyos por los que no deja de correr el agua. Y es debido a su agua lo que ha permitido los asentamientos humanos, como mínimo, desde el Neolítico; prueba de ello son las distintas piezas de cerámica que se han hallado de la Edad del Bronce y del Hierro en el montículo originario. Recibió primero el nombre de Garshu, de origen semítico.
La Historia atribuye a Alejandro Magno (o quizás a su general, Perdiccas) la nueva instauración de Jerash para asentar a los veteranos macedonios. Sin embargo, parece ser más probable que la realizara el Rey seléucido Antíoco IV (ca. 175- 164 a.C.). En “Antíoco en el río Dorado” (ya que su arroyo apenas se había mencionado), poco resta de la era helenística y la breve ocupación hasmoneos, debido a que la nueva ciudad romana, ahora llamada Gerasa, arrasó con cuanto le precedía. Como parte de la Decápolis, Gerasa experimentó un largo periodo de prosperidad.